Abracemos nuestra humanidad en tus ojos, en tu rostro, en tus abrazos...
La voz alma de Hillary Scott (vocal de Lady Antebellum), elevada en su plegaria por la dulzura, por los compases latidos del piano de la mano caricia alma de Jim Brickman, se convierte en salmo, en oración que se alza por encima de nosotros, pero con nosotros, son bracitos que nos acunan, que nos aúpan, que acarician nuestros ojos, que limpian nuestras lágrimas, que nos acompañan en los anocheceres que se llenan de sombras, de soledad, de lluvia que no comprendemos, que no podemos comprender... El piano inicia su latido, sus compases que como estribillo repiten su letanía, sus nuevos amaneceres encendidos en nuestros ojos, de estrellas necesarias para vivir... Entonces de nuevo la voz, grito, alma, caricia, susurro de Hillary Scott, alcanzando en nuestros ojos su cielo, sus estrellas, a las que se unen la voz de Charles Kelley, para gritarnos, para despertar...