la noche prende aleteos en cada olivar, encinar y pinar que sale impertérrito a su encuentro. El oboe trenza plegarias entre las moscas adormecidas... Ojos de lechuzas charlan con rucio, rocín y ánades, que adormecidas en su regazo, sestean en la campiña manchega... nuevos versos, nuevas palabras , nuevos latidos y nuevos éranse se conjuran entre acordes de piano y oboe en este retrato... el piano danza entre volutas del fuego que crepitan a duras penas a caballero y escudero a sotavento del cierzo, al trantán de sus maltrechos músculos y huesos... el piano trenza aventuras en el corazón del escudero, de ese Sancho de bien, donde los refranes, sin él quererlo, son las miguitas de pan, chocarreras y manchegas, bien manchegas, que le devuelven al rancho y al lecho de su querida Teresa Panza... el oboe trenza nuevas alboradas y esquejes de primavera en el rostro quemado por el sol y el viento de don Quijote quien sueña, desperezándose con alas de sueño y a