Rumor de agua en tus manos, Caronte…




A Mercedes, un rayo de luz, de serenidad, de generosidad, de almita buena sanluqueña, que hoy siente los envites de una enfermedad mortal que a duras penas entra oxígeno en su pechito, ayayyay

     Agua…
Pequeñas brazadas de piano
con que regalamos en la laguna Estigia
a Caronte
ondinas de arpa
trenzas de luz;
con que tu almita buena, Mercedes,
bisbisea
cada plegaria de ternura
con que la Virgen Milagrosa
te acuna y arrulla dulce en sus brazos.

     Remos de piano…
Surcos en el cielo
con que el barquero
te acerca  al río Leteo…
Quiero,
lágrimas dulces de flauta,
encender alas de luz en tus manos
echar alas de sevillana en esa alma niña
que aprendió a pintar
sonrisas de amor
y de maternidad en tanta sonrisa niña
y adolescente
a orillas de tu Guadalquivir soñado.

     Quiero,
gaita gaélica que trenza lazos de unión
entre nuestras tierras,
plegar en el cielo
una extensa muuuuy extensa sábana
de magia niña y milagros con acento sanluqueño...:
cuando te acercaba en coche
a tu casa y me llamabas “ángel”, aayyayay...;
cuando
tu alma niña reía
en cada mirada
en cada palabra de todos y cada uno de tus amigos,
de tu chiquilla María…;
cuando en cada comedia
tu alma intentaba
trenzar niña aventuras
románticas…

     Quiero hoy sí quiero...,
entre los surcos de agua del barquero,
besar
tu cuerpecito machucado por la enfermedad
tus ojos tiernos, dulces, buenos;
quiero
insuflar oxígeno en tus pulmones
no una no ciento no miles
sino ciento de miles;
en tus labios regalarte
cada latido
cada hecho de generosidad
cada sábana con que la Virgen Milagrosa
cubre hoy tus llagas, tus crisis respiratorias...;
quiero cogerte de la mano
y correr locuelos
decirte
con mi alma niña
gritando una y otra vez:
Merceditas,
ayayayaMerceditas,
cógete de mi mano
y columpiémonos
al ritmo de trantranes celestiales...

     Merceditas,
Merceditas,
deja que el alma de este payaso tanto tiempo
de sonrisas colgadas en el alma,
de este niño,
de este humilde artesano de palabras y acordes
sean los latidos, doble
latido,
con que tu alma, tu almita buena
abrazándose a todos y cada uno de los balandros
que esperan faenar la mar
en el alma y sonrisa
de cada pescador y niño,
jinete de ropajes
de luz y de alas
en tu Sanlúcar y su mar,
se arrope en esta noche de diciembre
con cada candileja
que has sembrado, tú, mi niña sanluqueña,
en el cielo que hoy cubren
las lágrimas de este tu ángel manchego.

DePruden Tercero Nieto, diciembre de 2013



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