al trantrán de un paseo nocturno en la lluvia...




lluvia...
pétalos
trenzan
uno a uno
hojas de nostalgia
y desaire en nuestras enfermitas almas buenas, ayayyay

el día, con su hermoso traje de novia,
con su vals de hogar, con susmanosennuestrasmanos
se nos marchita en el cabecero
donde reposan nuestras inquietas cabezas
al irnos a dormir.
sin que nuestros niños, locuelos,
puedan pintar de sonrisas y bigotes el semblante adusto
de la luna y de las mozas estrellas...
chapaleando entre las hojas que abraza
generosa la lluvia...

el día, ese renuevo
esas ventanas abiertas de par en par
ese balandro aún en alta mar
con los trémulos latidos de marineros
y hogar
se nos marcha orilla y marejada
mientras derramamos cada palabra
que besó nuestra helada almita
en el silencio de los olvidos...
en la encrespada ola de la ausencia de acordes...
sin que escuchemos las sonrisas castañuelas
de nuestras botas con que niños
azuzamos el ladrido holgazán y satisfecho
de nuestro perro...

deja...
permite que tus lazos de hermosura
y caricias
adormilen al hombre y adulto
en tus brazos...
de lluvia, de hogazas generosas
de sonrisas descolgadas de nuestros armarios
ayayayya
permite que esta voz
desnuda de naufragios
al fin...
no se desnude nunca de tu voz
no se desprenda nunca
de los pétalos de amor
con que nos arropas
al anochecer...
mientras Cásper, rechupeteando
manos y mejillas, enredamos luna
y nubes a cada paso....

De Pruden Tercero Nieto, 14 de enero de 2015

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