La salmodia de Chang Cheng
El cielo
hiere con dedos de sol las láminas plateadas de Chang Cheng,
trenzándose alborada
en el paso de Shansay
y recostándose
añil y magenta
en el paso de Jiayu
donde se elevan perezosos los gritos
de gaviotas…
Trenza
lazos de eternidad
en cada beso de aplicados y sacrificados constructores y albañiles,
en cada latido de piedra y de tierra apisonada
en cada armoniosa unión o heqin de las princesas chinas
con los nómadas Xiognu,
en cada verso y pintura entretejida con las heridas del sol
sobre la muralla…
Ayes y heridas de soldados
de diferentes dinastías,
Qin, Han y Ming,
contra los nómadas de Manchuria y Mongolia
son gritos moribundos que teje el cello
en sus paredes;
cada latido de piano,
cada pizicatto
con rosas rojas
que se abren en sus lorigas
y escudos, ayayyay...
son salmodia
acordes,
relatos de sus vidas
de sus hazañas
de sus trabajos en el campo
bajo ponientes sonrosados
desde el río Yalu
hasta el desierto de Gobi;
Versos que se elevan a Confucio y Tao
y quedan prendidos para siempre
en la memoria
que susurra, detrás de las voces de gaviotas,
la adormecida y milenaria muralla china,
Chang Cheng.
De Pruden Tercero Nieto, octubre de 2013
Comentarios
Publicar un comentario
Olasenmovimiento
Sé cordada con las olas que esperan tu abrazo, tu sonrisa, tu ternura, tu escucha, tus besos... Sé, con nosotros, olaenmovimiento