Palabras de Prudencito a las estrellas...




        Prudencito con la mirada deshojada desata de alas negras las cortinas de la noche... Lágrimas corretean locuelas por sus manos, por sus ojos, por su pecho cálido... por el grito que nace trémulo en su alma, ayyayya
        Mariiita, alas castañuelas normalmente sus manos, enreda sus latidos a las manos de Prudencito, al tiempo que lo abraza, besa y ama no una ni ciento ni miles si no ciento de miles...

Prudencito,
¿qué le pides a las estrellas con alas blancas,?
uyuyuy... emp... empp... empinarme, su lengua tartamudea
al principio, hipando ayes en la noche..
ayayya Mariiita, emp... emppp... empinarme un poquito
para tocar con mi mi mis deitos
al Papá bueno;
regañarle, claro que le regañaría,
porque dejó a la humanidad sin el libro de instrucciones...
porque las palabras de su hijo, el Sembrador
de caminos como le llama Pruden, nos quedan taaaannnn
lejos;
porque Pruden
deje de ahogarse en los problemas
porque deje de preguntarse ante cada herida
porque deje de hundirse ante cada cerrarse de María, su mucha
María, sisiisis...
porque María, deje de creer en fantasmas
deje de permitir que el pasado
mueva sus manillas
deje de permitir
que el pasado
la rapte y dándole a morder una y otra vez la manzana
de la malvada bruja quede dormida una vez más...
como en la uci, ayyayayya...

porque no entiendo, no entiendo, Mariiita,
un mundo sin abracicos...
no entiendo, no entiendo
que la realidad no se pinte
con una enorme sonrisa de gaviota
dibujada en la cara...
no entiendo, no entiendo
que las alas de Pruden y María
tan hermosas
se hundan no una no ciento ni miles
si no ciento de miles
y no entiendo, no puedo entender
que no perciban como un milagro
como señal inequívoca de su amor
el abrazarse amorosos tras el naufragio...
tras los múltiples naufragios de la vida....

Mariiita, que qué le pido a las estrellas
tú yo Pruden María Casperroncho Milita Lobita...
nuestro hogar...
¿te parece poco?
        Las estrellas, recogida la cortina de la noche, enredan trémulas sus alas y musitando una pequeña plegaria, un susurro una nana, besan y abrazan cada hociqueo de mamá naturaleza, cada gañido de lechuza y de corriente de agua y a Prudencito y Mariiita adormecidos por fin en sus sueños... con una sonrisa de gaviota enredada a sus manos y carillas blancas, muy blancas.

De Pruden Tercero Nieto, 30 de octubre de 2014

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