Adultos de rodillas con nuestros niños interiores


Brisa...
Mejillas heridas por lágrimas de amor...ayayyaya...
heridas por los ayes, por esos ayes de violín
que anudaron a la soledad sus almitas,
sus almitas buenas
Pupilas que amanecen sus tímidas lunas al hermano sol...
Bracitos que encienden de ternuras
la habitación...
Labios,  húmedos
pero cálidos labios que tantean,
sonido del cello enredándose en sus cabellos
en sus manos
en sus bracitos recién estrenados...

Candiles de luz...
Hogueras que,
tubas en medio de la noche
suspirando por tanto marinero ausente de sus seres amados, ayayyaya
iluminan por un instante
a tanto adulto perseguidos por sus quimeras
por sus inseguridades
por sus urgencias...
Hogueras...
Hogueras
que al fin encuentran,
regazo de luz,
al adulto arrodillado
con su niño en brazos...
Campanillas aleteando
entre los teclados tiernos del piano
y las voces que ponientes sonrosados
desgranan ayes de violín...

Te beso con ansia
Te abrazo con ansia, no una, no ciento, no miles,
si no ciento de miles, mi Prudencito
mi querido Prudencito…

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