Lo que me queda por vivir, Elvira Lindo

      Me encanta la voz de este relato, una voz que deambula entre las calles de Madrid y el pueblo de sus padres y su infancia, una voz que nos narra la historia de Antonia, que durante los años ochenta se separa de su marido teniendo que cuidar a su hijo sola, una voz que adueñándose de las voces femeninas de los sesenta, Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, expresa las retahilas (gracias, Carmen Martín Gaite) de la memoria, una voz, la de Elvira Lindo, que ha evolucionado desde nuestro simpático Manolito Gafotas hasta esta obra, pasando por El otro barrio (narrativa para adolescentes pero que ya anunciaba este cambio de registro)..., una voz que se quiebra en constantes flashbacks o viajes en el tiempo al pasado, reflejando el naufragio de Antonia durante estos años, cual Ulises que debiera superar nuevas pruebas para volver a Ítaca, una voz que se hace carne cuando narra las vivencias afectivas con su hijo, Gabi, única ancla a la que agarrarse ante su vida perdida, ante su ex quien sólo le regala amores sin presente ni futuro, ante una realidad que cambió durante estos años, los ochenta, musicalmente, socialmente...
           Tengo que reconocer que el lector ante esta realidad devastadora, fragmentaria, náufraga, puede perderse, pero al igual que su protagonista, son sus emociones más íntimas, son las personas que realmente la aman, las que nos cogen de la mano en esta pequeña odisea para besarnos con su dulzura, con su intimidad y su rincón donde la protagonista es ella misma frente a los vaivenes desafortunados de la realidad que la atraen una y otra vez a la orilla... Es su hijo Gaby en quien paradójicamente se refugia, se vuelve niña para que él la salve de su falta de cordura emocional; es su tía Celia, quien la rescata asímismo de sus laberintos, por medio de su amor como segunda madre, después de morir su madre; es Jabato, un antiguo amigo del pueblo, quien consigue sacarla de su laberinto emocional con su ex; es su amiga María quien a través de los recuerdos de su infancia, consigue devolverle parte de su mirada niña... 
         Es curioso, porque el libro se centra en la década de los ochenta, pero podría extenderse al tiempo actual, donde nosotros como Antonia, a veces deambulamos por la realidad interna y externa, que nos ha tocado vivir, sólo construyéndonos desde los ojos de los seres que nos aman, quienes como en Todo lo que me queda por vivir, abrazan, serenan, llenan de ternura, de sonrisas, de pequeñas estrellas que nos conducen por esta, arrolladora, pero siempre compleja vida, buenas noches.
 
     "Tú no lo sabes, tú recuerdas aquella noche pero no sabes por qué estábamos allí, en uno de esos grandes cines de la Gran Vía un miércoles a las diez y media. Tú lo recuerdas, sí, tú recuerdas que tendrías unos cinco años, tú recuerdas, me imagino, las luces de la noche, y recuerdas lo extraña que te parecía la cuidad un día de diario, tan solitaria, sin la apabullante riada humana que bajaba y subía por sus aceras lso fines de semana. Parecía una ciudad distinta de la que solíamos ver cuando íbamos a la sesión de tarde un domingo, no te parecía estar pisando las mismas aceras. (...) Me dijiste, "Aquí no he estado nunca", y yo te expliqué que sí, que habíamos estado muchas veces; pero en cierto modo llevabas razón, era otra realidad aquella en la que nos encontrábamos, la de los hombres de mirada torva que vagabundean en el corazón de la ciudad con las manos en la cazadora cuando las tiendas están cerradas, la de las putas que apoyan su espalda en los edificios de la Calle Desengaño, la de las chicas solitarias que cruzan rápido la calle para adentrarse en otros barrios más transitados, la de aquellos que tienen la cabeza perdida o la de esas parejas incongruentes que deciden tomar el fresco al borde de una acera junto a la que pasan los coches a velocidad de autopista.
            Era esa ciudad de un martes por la noche, cuando el verano está a punto de echar el cierre y es el momento en que las últimas sacudidas de calor no atraen ni a paseantes ni a turistas; las heladerías se quedan tristonas y en las cafeterías los camareros se aburren, miran por la ventana y cuando ven a una mujer joven pasar con un niño pequeño de la mano piensan que no son horas y que sus hijos ya estarán, por suerte, hace rato en la cama, en un barrio menos canalla que esta cloaca en que se ha convertido el corazón de Madrid.
              Recuerdas, lo sé, a la negra cubana que te asustó cuando pasamos a su lado, la negra loca que empezó a clamar al cielo levantando sus brazos cubiertos de andrajos, a cagarse en Dios por haberla traído a este puto país donde la gente no sabía lo que era la caridad. Tú te volviste a mirarla y luego me preguntaste: ¿Por qué Dios se ha portado así con ella?", y me sorprendió la pregunta porque en casa nunca hablábamos de Dios ni tú ibas a clase de religión, pero la vieja cubana nos había mirado fijamente, como acusándonos, haciéndonos responsables de su desgracia, y había dicho: "¿Por qué, Dios mío, me condenaste a dormir en la calle como una puta perra?". Sentí tu estremicimiento porque tu mano apretó aún más la mía y tu cuerpo se acercó a mi costado buscando protección.
            Recuerdas mi mano, la mano de tu madre, la mano que nunca se olvida, como yo no he volvidado la mano de mi madre, ese tacto que mi memoria ha logrado conservar entre tantos recuerdos perdidos. Recuerdas a tu madre, me recuerdas. Tu madre, firme, dura, poderosa como una roca, así me recuerdas hoy para mi asombro. La madre en la que confiaste ciegamente, aunque no lo mereciera."

                                               Elvira Lindo: Lo que me queda por vivir, Círculo de lectores

Comentarios

  1. Hola Pruden, bueno no conocía la historia aunque sí a la autora, qué decir, pues que la vida no a todos los trata de igual manera, quizás es cruel en muchos casos, paciente en otros, y arrasa y arrastra al caos o te da un empujón hacia la cima. Un placer seguir leyéndote amigo, buenas noches desde mi sur.

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  2. la vida es insondable unas veces estas en la cima y otras debajo de la montaña no he leido nada de elvira lindo pero lo tendre en cuenta besitos gaviota en vuelo.

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  3. GRACIAS POR COMPARTIR UN BELLO BLOG
    UN CANTO AL AMOR Y DESAMOR PERO SOBRE TODO A LA AMISTAD
    ABRAZOS VICTORIA

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  4. La vida a veces nos manda duras experiencias pero que nos ayudan a crecer...a ser mejores personas y este libro seguro que narra ese crecimiento hermoso de una alma luchadora...gracias por la reseña Pruden...en cuanto pueda lo leo...un abrazo muy cariñoso envuelto en amistad y ternura....

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  5. Es una buenísima recomendación.
    Esta novela podría resumirse como la mirada atenta de una mujer que no desperdicia ninguna circunstancia de su vida por dura que esta sea, pues profundamente tiene la certeza de que todo tiene un por qué, un punto clave que la salva, su hijo. Todo es válido en esa interna soledad por él, por el único y verdadero eje o epicentro de su historia.

    Un beso Pruden.

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  6. Pasé a saludarte, a dejarte un beso y un abrazo bien grandes.

    :)

    Buena semana!!

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  7. Hola, Pruden, no te imaginás qué alegría me provoca descubrir escritoras nuevas, por el párrafo que compartiste del libro sé que me va a encantar leerla.
    Precioso post, como siempre.
    Hoy mismo salgo a buscar el libro, espero conseguirlo. Después te cuento!

    Un fuerte abrazo, amigo mío, un placer leerte

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  8. QUE MARAVILLOSO RELATO, LA VIDA MISMA REFLEJADA EN LAS PALABRAS, ESA EXISTENCIA COMPLICADA QUE LES TOCA A ALGUNAS PERSONAS Y CÓMO SOBRELLEVARLA LO MEJOR POSIBLE.

    LA VIDA ES IMPREDECIBLE, TODOS TENEMOS PESADAS CARGAS QUE LLEVAR Y LO HACEMOS COMO PODEMOS...

    BESITOS QUERIDO PRUDEN.

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  9. Me gusta tu blog, es diferente... vengo del blog de firenze me permites quedarme?? me uno a ti para seguir leyendote.

    Suspiros estrellados :)

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  10. infinitas gracias por compartir tan bellas letras sublime escritor y poeta, muchos besinos de esta amiga admiradora que te desea con cariño feliz inicio de semana.

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  11. Pruden no la conocía, y la verdad, que me ha gustado lo que has escrito.. A veces la vida, es un poco cruel, pero luego te preguntas, es la vida, o es nosotros mismo, que llegamos a esa situación.. Sin duda,me ha parecido conmevedora y interesante... A ver si la consigo,.....
    Un beso bien grande....brujilla

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  12. Ufffffffffffff.... Nunca me cansaré de decirlo, gracias, gracias por estar ahí, gracias por enriquecer estas olas al cogeros de ellas, al ser ternura, sensibilidad, cariño y escucha de forma muuuuuuuuuuu generosa... La verdad es que el primer sorprendido con Elvira Lindo es un humilde servidor, desde esos personajes que provocaran nuestras sonrisas, humor y cierta ternura desde las páginas de Manolito, quien no se acuerda del Empollón, del Imbécil, de Susana Bragas Sucias, del Orejones, de Yihad... hasta una novela que, como decía en la entrada, hace un ejercicio devastador y catártico de la memoria (hablaba de las retahilas de Carmen Martín) donde el personaje, cuántos nos vemos identificados en él, naufraga en una dura realidad, sólo consiguiendo salvarse gracias al cariño, amor, olas en movimiento, de los demás, espero que si lo leeis os diga tanto como a mí, buenas noches

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