Amanezcamos seres humanos con los demás, por favor
Con
estos tintineos, con estas caricias, con este sumergirnos en el agua de
las emociones, con esa anudarse a otras olas en marcha de alta mar, con
estos cantos celestiales, con la cometa de estos seres de luz, que son
los ángeles, que es la melodía de Marc Enfroy, ayayayya, quiero jugar
hoy a algo nuevo... Quiero jugar a que, por una vez, tú y yo tendemos las manos
de forma abierta, confiada y sincera, quiero jugar a que, por una vez,
todos los seres humanos no se dejan llevar por sus vergüenzas de adultos
y cruzan el espacio que nos separa del pecho y de los brazos de los
demás, quiero jugar a que nuestros niños, a que nuestros adolescentes, a
que nuestros hombres del mañana no tienen en cuenta las marcas en la
ropa, los móviles de última generación, el peinado de determinada
manera... quiero jugar a que un niño en una habitación leyendo un libro
no sea una forma de evitar adentrarse en el espacio de los demás, si no
una forma de crecer, de soñar; quiero jugar a que el ser humano disfruta
por primera vez de un amanecer, de un poniente sereno de rosados,
amarillos y anaranjados, de la vida y salud de los suyos, incluso la
suya propia... quiero jugar a que somos niños, que nuestros pequeños
pechos, nuestros pequeños corazones, se abren se serenan aman con ansia,
ríen con ansia juegan con ansia...
Juguemos, pues, ¿o no?
Dejemos que estas caricias de violín, que sus voces, que tantas voces de
nuestros antepasados, aquellos que ya no se hallen con nosotros, nos
hablen, se comuniquen, nos digan... Vivamos, dejemos que estas melodías
de violín amanezcan en nuestros corazones, florezcan y den fruto hoy,
mañana y pasado en aquellos que nos rodean...
Pensemos, por
un momento, que la vida no tiene una duración limitada, que los brazos
de nuestra madre no siempre nos calmarán y serán hogar cálido, que la
mirada seria responsable de nuestro padre no siempre responderá llena de
alma al ver nuestros ojos, que las mejillas de nuestros hermanos no
siempre latirán al sentir las nuestras y la timidez lozana de nuestros
labios, que la palabra y silencio acompañado de abrazos, de encuentros,
de sonrisas de nuestros amigos y amigas ni siempre nos darán un nuevo
hogar donde descansar... Pensemos, por un momento, que en realidad todos
somos hermanos, que no hay razas más que las que el hombre quiera
inventarse, que no hay vidas de diferente raciocinio o alma,
ayayyayayya, según quién sean... Pensemos por un momentos que los
hogares no son casas de piedra o cemento, que la muerte no es el último
momento, si no el estado que necesita nuestra alma para ascender, para
abrazar a los que hace tiempo perdió, para abrirse sin la piel a su
verdadera naturaleza... que el alimento principal se halla en las
caricias, en el abrazo, en las manos... del otro, de los demás... que el
verdadero miedo no es todo lo que nos falta, si no las veces que hemos
permitido que los demás dejaran de disfrutar de nuestra voz, de nuestras
sonrisas, de nuestras almitas, de nuestras almitas buenas...
Seamos, pues, instrumento, pero sobre todo seamos orquesta, seamos esa
voz al vuelo que se anuda a las alas de los demás, seamos esas olas que
nos acarician, que nos llenan de mar, de encuentro, de juegos, de
sueños... seamos esos brazos del Papá bueno que un día nos entregó todo
un mundo para disfrutar, donde crecer y donde abrirnos a los demás seres
vivos.... seamos esos pechos, esos regazos, creadores, padre, madres
como Mamá naturaleza contempló hace ufffffffff hace millones de años el
nacimiento del primer ser humano... seamos ese instrumento que suena
cuando el aliento del músico, pero por favor deben ser otros músicos,
sabiamente interpreta, florece y primaverea en el pecho, instrumento de
los demás... Buenas noches
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