Herida de nubes en nuestros versos

          Crujido y herida de nubes...
Errar suave de ayes de violín...
Crepitar de yemas de lluvia
entre alpes,
cordilleras,
valles
y faldas
donde afluentes,
meandros,
y estuarios
besan y acunan
cada caricia
cada tormenta trémula de agua entre sus brazos...
caricias, arrullos y nanas que un Papá bueno
entrega desnudándose de su divinidad;
en que Mamá Naturaleza
se derrama penacho de lluvia
por cada latido de ser vivo entregado, ayayyay...


       Peldaños...
Latidos
de nimbos y cirros…
Suaves sonrisas
de piano,
de cometas
que niños
ensayamos los seres humanos
con los pétalos
y trenzas de nuestras almitas buenas sisiisis...
latidos
que ensayan
en cada dulzaina
las madres derramadas hilo a hilo
sobre sus retoños;
plañideras
que doblegan
vastas columnas de orgullo;
candil
que entregó cada ser humano
en memoria de hijos,
amigos
e ideales muertos, ayayya


      Crujido y herida de nubes...
Errar suave de ayes de violín...
Pequeños monólogos
de cello
que suscita
ponientes sonrosados
añil y magenta;
galopes del agua rizada contra las rocas,
heridas
del ser humano
que se sueltan de las manos del mismo ser humano,
que se derraman
sobre tanto ser vivo despellejado con sus manos
sobre tanta arboleda talada
tanta agua envenenada a su antojo
suscitan estos versos,
trémulas heridas en el cielo.

De Pruden Tercero Nieto, septiembre de 2013

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