Minué de tus manos mis manos…



     Minué...
Vals
que nuestras manos
sin tocarnos aún
delicadamente
esbozan los siguientes
compases
mientras nuestros ojos
se llenan de latidos,
de pétalos de armonías;
mientras cada acorde
cada paso
nos llena
de tu sonrisa, donde aletea ligera
mi sonrisa…
de la ternura de mis manos
donde se acunan dulces tus sueños…
Las hojas se deslizan
y remolonean entre copas,
viandantes, aceras y calles
que besan entusiasmadas...

      Minué...
Vals
que muestra en nuestros demi-coupé
y pas élevé
los primeros espacios de separación
entre ambos
-enfermedad, agobios, ausencias, heridas, ensimismamientos…-
y compases después nos retoman
cálidos e íntimos de las manos
y tras quebrar suavemente tu cintura y pecho
llenos de aromas, nuestros Prudencito y Mariiita
y sus miradas castañas...
donde duermen y ensayan sus nanas
las hojas que agitan tus galas mis galas
con la llegada del invierno...

Minué...
Vals
que anticipa
el recogimiento
de compases
y que, nuestros latidos acelerados
e inquietos,
siempre al acompasarse
y al adormecerse
en el reencuentro de nuestros dedos,
nuestros labios
y nuestra piel
ensayan nuevos juegos,
donde besar con sus latidos
tus ojos, María, mi María,
llenos de acordes de madre, bondad y dulzura
mis ojos,
Prudencito
llenos de esas manos que enjugan con ternura
tus lágrimas, tus dulces lágrimas
quienes arropan suaves
cada arremolinar de hojas en esta llegada del otoño.
 
 
 
De Pruden Tercero Nieto, septiembre de 2013

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