Señor, multiplica la mirada de los ojos de niño

No, payaso,
hoy no había niños.
Acudiste a la platea
Y apenas dos o tres cabezas
Despuntaban ahí arriba.

Acudiste a tu oficio
Y entre los pliegues de tus manos pronto
El regalo, la sorpresa, el hilo
Que tire de la fantasía
Y la asome a los ojos
De niño.
Mas, pronto, descubriste otros rostros:
Una realidad terrible,
Un rumor hondo y, en sus caras,
La tierra,
Volvamos a la tierra;
Y el grito de hermanos,
Sin que algún sonido, mudo y terrible,
Saliera de sus gargantas,
Sólo el sonido de la guerra.

Y miraste al silencio,
A tus zapatos blancos y dijiste
También mudo al Señor,
Mientras tu mirada discurría
Entre los únicos niños:

Señor, duerme a la bestia
Que reside en los hombres
Y ojalá multipliques de estos niños, mis niños,
Su mirada.

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