En el circo de nuestras vidas, niños tú y yo…


     Un día,
nana de sollozos,
nana de auroras,
nana de la primera leche amamantada en el pecho materno,
amanecemos...
Un día,
con el pecho henchido de latidos,
de alma locuela,
nos cogemos niños de la mano
y sacudimos nos quitamos el calzado para disponernos a correr
sin miedo, sin dudas, alborotados,
con el corazón,
nuestras almitas buenas en la mano...

     Un día
danza de piano, flauta,
ayes de violín,
y plegarias de luz...
crecemos
tantaleando en estudios
en formación
nuestros padres aún relativamente jóvenes...
Un día
la sonrisa del piano acariciando nuestras manos
nuestras alboradas en el rostro juvenil
nos enamoramos
con las alas en el cielo
y el tiempo se detiene
queriendo encender hogares de luz
en el futuro
en nuestras manos, en nuestros cabellos, en esos minutos
que desaparecen por un tiempo...

   
  Un día...
la flauta
encendiendo alboradas,
sonrisas
trenzas de orillas
y marineros de balandros varados en la arena
perdemos a un familiar
el tiempo se detiene
los pasos siguen latiendo
pero en nuestros ojos,
en nuestras manos,
grito de ausencia,
hay un latido menos...
Un día
la flauta travesera
llenándose de poemas
de romances de ciego
de lamentos épicos
llegamos al trabajo
sin saber por qué
henchidos de orgullo
sin que nuestra almita se haya abierto un poco
desde nuestra infancia, ayyayaya.
Un día,
a fuer de no escucharla,
nuestra alma se quiebra
en latidos
en acordes
en heridas
donde cada latido
cada estrella
se desvanece...

  
   Un día
en el poniente sonrosado de nuestras vidas
nuestra alma
plegarias de luz y
de ángeles
acalladas palabras, orgullo y urgencias de adulto
adormecidos los gritos de nuestros niños pataletas
varada en nuestra orilla los balandros
que un día irrumpieron
en el cielo añil y magenta del horizonte
nuestras almas niñas se conocen
nuestras almas niñas se dan la mano
nuestras almas niñas se entregan
niños locuelos...Mariiita y Prudencito
sin que las heridas de nuestros adultos
sin que sus cicatrices...
les impidan una y otra vez
encaramarse encaramarse
en el cielo de sus ojos
de sus manos
de sus cabellos
de sus latidos...
en el cielo de sus ojos ancianos
de sus manos ancianas
de sus cabellos ancianos
de sus latidos ancianos…

   
  Un día,
las plegarias de ángeles
prendiendo nuestras manos
nuestros latidos nuestros pechos
el latido del otro se adormecerá
en nuestros labios
los atardeceres y alboradas
serán prendas
que nos iremos quitando
serán palabras que iremos
pulsando
serán manos
y ojos castaños que se irán adormeciendo
hasta que un día
un buen día
me levante de nuevo una mañana
niño Prudencito
a tu lado...

De Pruden Tercero Nieto, julio de 2013

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