Sonrisas de piano en manos del Sembrador de caminos

     Campanillas...
Latidos... Acordes...
Arrullos en nuestras trémulas cunas,
en nuestros aún pequeños cuerpecitos...
Trenzas de amor,
de milagros que el Papá bueno cuelga cual cometas
que tiran de nosotros hacia el cielo,
ayayayay hacia nuestros cielos...

   
  Voces dulces,
voces alma,
voces trenzas que nos abrazan,
que tienden las manos hacia nosotros
que, adultos, que aún niños pataletas,
nos hablan, nos llenan de luz...
Trenzas,
rayitos de luz,
palabras de Jesús,
túnica que alcanzando nuestras mejillas
de forma dulce
como recogió a Pedro del agua hace más de dos mil años
nos tienden la mano:
Prudencito, Prudencito,
¿por qué dudas?, ¿de qué tienes miedo?,
¿no ves que todo esto lo he hecho por ti...?
Que toda enfermedad,
que todos vuestros obstáculos,
habíais de pasarlas
para ver cuánto significáis el uno para el otro...
Que Mariiita es una niña como tú,
mírala, mira sus manillas,
mira sus ojitos llenos de luz y de miel,
llenos tantas veces de vuestros Isma y Miri...
Que Mariiita es tu niña mujer,
tu almita, tu voz cuando te falla tu voz,
tu ánimo cuando te encuentras enfermo,
tu sonrisa cuando te falta la sonrisa,
tu alma cuando te quedas sin ella...

  
  Y entonces,
desgranándose una a una las lágrimas,
manos y pies se levantan...
Mi niño aún con los ojitos cerrados,
sus bracitos colgados en su almita buena,
regresa a casa...;
se coge a las manos de Mariiita,
a los ojos del Sembrador de camino...
Y entonces mis palabras,
mis torpes garabatos apenas fruncidos en estas líneas...
se desmadejan en unas manos que nerviosas le cogen,
se agarran a Él...
como ya hace más de dos mil años hicieran tantos pecadores...
con las manos de su Mariita entrelazadas
seguidos de Cásper, Milita (ahhhhh y Lobita, nuestra nueva gata)
se levanta una vez más...

De: Pruden Tercero Nieto mayo 2013

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