Entre la ventisca alzamos nuestras alas, sisiisisi

       Las hojas se arremolinan en las calles, donde el viento ha decidido jugar, ser alma, ser esas olas que unidas a otras olas suben, son lamento, son alegría, sisiisi....Latidos de sensaciones, cuerdas del reloj, mecanismos de reloj que ponen en movimiento la magia esta fría noche de enero, mientras guitarra y piano susurran, ponen a punto sus nervios cual buenos rapsodas ...
 
   El piano guiando dulce, acechando entre todo este paisaje, farolas, brisa, gotas de lluvia, de luz, de hojas... nos halla a nosotros, acecha entre nosotros, entre nuestros propios vendavales internos, entre nuestros propios céfiros que nos arrebatan, que nos aquietan, que nos hieren y nos dejan en esta estampa muertos de frío, atrapados en nuestros abrigos de invierno...
        Las oropéndolas de mamá naturaleza, violines luz, violines ángeles, violines besos golosos de almitas buenas, encendiendo en nosotros nuevos vestidos, nuevos trajes alma que se convirtieran en estas melodías, que pulsaran en nuestros oídos, en nuestras manos, en nuestra vista... desnudos de todo tipo de armaduras y disfraces tu presencia, tu presencia, tu presencia... la verdadera belleza de cada uno de nosotros, de cada una de nuestras virtudes, sublimadas, convertidas por fin en esa carrera loca de nuestros ojos de niño, de nuestras manos locas de ser alas de palomas en los ojos de los demás, esas palabras como estos sonidos que susurran cálidos y serenos en tus oídos: "¿me ves?, siempre estare aquí, siempre encenderé tus sonrisas, siempre abrigaré la piel de tus heridas...", nuestra mirada limpia de nuestros yoyoísmos, limpia de nuestras urgencias, de nuestros sufrimientos y heridas, beso goloso en esas heridas, beso goloso en esas necesidades, y volver a correr, ayayyayya, volver a cogernos de las manos, volver a sonreír, a amar con ansia, encender las miradas de nuest
   El violín cual viento, cual aurora que revelara de forma impúdica nuestros verdaderos tesoros, que por una vez, sólo por una vez, ayayyaya, desapareciera el oro de las cosas materiales, la urgencia por consumir, la venda de nuestros propios talentos, ayayyayay... enciende nuestros relojes interiores, cálidos y a la espera de otros relojes, de otras manos de relojero que nos pusieran en funcionamiento, ayayyaay, otro Papá bueno encendido, otra Mamá naturaleza tierrrrrrrrrrnaaaaaaa y nos descubre almas en este vendaval de emociones, de latidos, de vidaaaaaaa, de noche invernal...
       
El piano guiando dulce, acechando entre todo este paisaje, farolas, brisa, gotas de lluvia, de luz, de hojas... nos halla a nosotros, acecha entre nosotros, entre nuestros propios vendavales internos, entre nuestros propios céfiros que nos arrebatan, que nos aquietan, que nos hieren y nos dejan en esta estampa muertos de frío, atrapados en nuestros abrigos de invierno...
      
Las oropéndolas de mamá naturaleza, violines luz, violines ángeles, violines besos golosos de almitas buenas, encendiendo en nosotros nuevos vestidos, nuevos trajes alma que se convirtieran en estas melodías, que pulsaran en nuestros oídos, en nuestras manos, en nuestra vista... desnudos de todo tipo de armaduras y disfraces tu presencia, tu presencia, tu presencia... la verdadera belleza de cada uno de nosotros, de cada una de nuestras virtudes, sublimadas, convertidas por fin en esa carrera loca de nuestros ojos de niño, de nuestras manos locas de ser alas de palomas en los ojos de los demás, esas palabras como estos sonidos que susurran cálidos y serenos en tus oídos: "¿me ves?, siempre estare aquí, siempre encenderé tus sonrisas, siempre abrigaré la piel de tus heridas...", nuestra mirada limpia de nuestros yoyoísmos, limpia de nuestras urgencias, de nuestros sufrimientos y heridas, beso goloso en esas heridas, beso goloso en esas necesidades, y volver a correr, ayayyayya, volver a cogernos de las manos, volver a sonreír, a amar con ansia, encender las miradas de nuestros ojos de niños, sisiiisisiisiisisi...
     
       Las hojas se arremolinan en las calles, donde el viento ha decidido jugar, ser alma, ser esas olas que unidas a otras olas suben, son lamento, son alegría, sisiisi....Latidos de sensaciones, cuerdas del reloj, mecanismos de reloj que ponen en movimiento la magia esta fría noche de enero, mientras guitarra y piano susurran, ponen a punto sus nervios cual buenos rapsodas ...
      El violín cual viento, cual aurora que revelara de forma impúdica nuestros verdaderos tesoros, que por una vez, sólo por una vez, ayayyaya, desapareciera el oro de las cosas materiales, la urgencia por consumir, la venda de nuestros propios talentos, ayayyayay... enciende nuestros relojes interiores, cálidos y a la espera de otros relojes, de otras manos de relojero que nos pusieran en funcionamiento, ayayyaay, otro Papá bueno encendido, otra Mamá naturaleza tierrrrrrrrrrnaaaaaaa y nos descubre almas en este vendaval de emociones, de latidos, de vidaaaaaaa, de noche invernal...
      
   Las hojas siguen en esta loca carrera de emociones, en este vals nocturno, en este círculo vital de enero, de frío, de hojas en el suelo, en el aire, de miradas que se encuentran por fin, con las nuestras, de sonrisas que se abren en tus labios, en nuestros labios.... de esas teclas, de esos acordes, de esa brisa que suuuuuuuuuube, que eleva nuestros ojos esta vez hacia el cielo, donde las nubes, donde la noche encendida en cada farola, en cada gota de lluvia, en cada edificio cuyas sombras se llenan de hogares, de velas encendidas cuando en una ventana un abrazo, un beso, unas manos que llaman desde la ausencia, ayayyayyayy, círculo vital sí que nos encuentra a ti y a mí corriendo, a ti y a mí llenándonos de agua, llenándonos de noche, de brisa, de frío, ay este frío, pero sobre todo llenándonos de esas almas que locas de vivir laten en ti, en ti , en ti y en ti... llenándonos de esos florecimientos, de esas primaveras, de esos latidos que nos devuelven niños a nuestras camas esta noche...
         De repente esa noche, esa luz de las farolas que enciende tus ojos, que presta a tus manos esa calidez que mis manos, mis ojos y mi pecho desean. acunarse a lomos de esta noche, de esta estampa y de esta melodía mientras tus manos mis manos tus ojos mis ojos tus latidos mis latidos se besan, aquietan sus rejojes internos y regazo se convierten en arrullo de esta noche a la espera del nuevo amanecer.....

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