Poesía, magia y creación en la melodía del erhu

          Esta bella composición parece evocar el amanecer de mamá naturaleza.... Los instrumentos aquí empleados, en su mayor parte de viento (tromba,sintetizador, piano, flauta china...)  y de cuerda (erhu o violín chino de dos cuerdas) tienen la virtud de trasladaronos inmediatamente, de mediante la magia de la música china, hacernos revivir hace mucho, mucho tiempooooo....

          El sonido de la tromba, como el sonido del despertar, el sonido del amanecer, como un día hace mucho tiempo nuestra mamá naturaleza hubo de asistir a su primer amanecer, plena, extasiada, preñada de mar, de tierra y del hermoso aire con que plantas, ríos y seres vivos iban a recorrer este pequeño planeta... El sintetizador, acompañado del piano, abre los acordes para dar paso a la belleza, a la poesía china, mágica, evocadora del ehru que nos traen la imagen de mamá naturaleza,  sus ojos verdes, amplios de vida y de mar, sus labios plenos de besar golosos mediante el aire, sus brazos acuosos con que acunar las nuevas vidas y su vientre tierra, fértil sementera con que regalar el nacimiento de los seres vivos que aparecerían más adelante... 

         Los acordes, como melodías que pregonan a los cuatro vientos, parecen hacerse eco de la alegría de la creación, de la sonrisa del papá bueno, ante su más preciada creación, donde estrellas, astros y planetas saludaron su belleza, su latido pleno con que respondía a la armonía de la naturaleza abrazando el equilibrio con los demás planetas en su abrazo al sol... 

          Los latidos musicales vuelven sobre este bello ser ,  nos hablan de su ternura, de su alma... Como madre buena, como mujer, prendada de vida, la música nos acerca a sus ojos y a sus manos que ya barruntaban generosas los nuevos amaneceres, las nuevas vidas, la nueva creación con que su vientre entregaría cada nueva vida, cada nuevo latido, cada nuevo pequeño milagro que sus labios besarían, que su voz pronunciaría con su nombre, con su extraordinario talento.... Parecen mostrarnosla, en su dulce quietud, en su abajamiento a la orilla, por un instante dormida dejándose llevar, acunando en sus sueños los árboles con que alimentaría de aire a los seres vivos, las montañas con que saludaría agradecida la presencia del hermano sol, el agua con que cada ser vivo amanecería diariamente a la vida, la tierra con que abrazaría cálida a cada uno de sus hijitos... 

        El arco trenza con el ehru los latidos que esta imagen despierta en nosotros. El instrumento de cuerda  nos acaricia como hace mucho tiempo hiciera con mamá naturaleza, nos devuelve su belleza, su armita buena, su condición de madraza, su ola en movimiento que nos sacude levemente, que nos despierta, a pesar de la noche, y que como toda madre no puede sino besarnos nuevamente y recordarnos, antes de dormir, que ella nunca se olvidará de sus hijos y que siempre nos cogerá de la mano, que siempre nos recogerá cuando nos caigamos, que siempre abrirá sus manos por mucho que nos hayamos separado de ella, porque una madre sólo sabe de ese oficio, amar y perdonar, perdonar y amar,  buenas noches.