The Begginers (2011), de Mike Mills

         Con un ritmo parecido a los latidos de la vida, asomaros brevemente al trailer, comienza esta película donde dos ríos, presente, historia de amor de Ewan McGregor y Melanie Laurent, y pasado, enfermedad de cáncer de su padre, actitud positiva de su padre ante la vida afrontando su homosexualidad (dando cuenta de la evolución del movimiento gay en la América de los años cincuenta y sesenta), tristeza destructiva de su madre ante el desamor, etc, que confluyen a ritmo de una música que desde el jazz, desde el soul y desde una música de piano (que personalmente me recuerda a la música del piano, Michael Nyman y de Amelie) en una historia que el director sabe narrar sabiamente, sin prisas, a ritmo de la vida con sus alegrías y sus tristezas... la historia de la tristeza del protagonista que como ola en movimiento interactúa con todos los protagonistas de esta obra coral, saliendo de ella más enriquecida (por favor seguid los diálogos, verbales y no verbales, con Arthur el perro buenísimos...).

          Me quedaría con su ritmo, sin prisas, con el alma que me transmiten todos los protagonistas (el padre, Christopher Plummer, abriéndose a su homosexualidad después de cuarenta años casado, pero sobre todo a la vida a pesar de su grave situación; su madre,  Mary Page Keller, proyectando su tristeza íntima y callada a su hijo; Melanie Laurent, llena de una ternura, sensibilidad y alma, si bien con una tristeza con mar de fondo y, el protagonista, de quien ya os he hablado) y con esa tristeza que proyectan los protagonistas que sólo cede ante su convivencia, ante su tender puentes, ante la maravillosa e intransferible experiencia que supone el contacto con los que amamos...  y la superación de nuestras soledades para comenzar, de ahí el título, en nuestra realización como seres humanos... Desaparecida del mapa comercial merece la pena, algo creo que tendrá que contarnos, oooooooooooleeeeeeeeeeeeeeee