Seamos adultos ante mamá naturaleza

            Como una sinfonía abre su obertura con el sonido de la tormenta, del aullido desgarrador del lobo a la luna, con el latido amancedor del piano que pronto deja paso,el latido del violín como llanto, como suspiro, como alma que se abre... 

          El sintetizador más adelante, cerremos los ojos, por favor, da su inicio, tanteando, besando con ansiaaaaaaa los rostros de nuestros seres amados, limpiando nuestras miradas del vacío de la soledad, pero al mismo tiempo se llena de pasado, como si de pronto la madre naturaleza no reconociera en estas tierras, sus tierras, sus vergeles llenos de seres vivos, sus naranjos en flor, sus árboles dándose la mano unos con otros, la labor cantora de los pájaros, y sí, la madre naturaleza, tiene que mirar, con grandes lágrimas en sus ojos, al ser humano; su grito es el de las grandes llanuras desiertas, su grito es el de la madre que ha perdido a un hijo sin posibilidad de recuperarlo, su grito es sólo, sólo, mientras la música acalla su latido, el llanto entrecortado sin palabras, sólo con un sollozo largo donde besa dulce a cada planta y arbustoss desaparecido, donde abraza como loca los brazos de los árboles que se han perdido, donde habla palabras dulces a cada ser vivo extinguido, donde reclina sobre su pecho el llanto de cada riachuelo, de cada arroyo, de cada río desangrado, contaminado...

            Al final, como conclusión de esta sinfonía, cada vez más acallando su dolor,  nos mira a ti, a ti, a ti, a ti, a cada uno de los seres humanos y guarda silencio, mostrando en sus grandes ojos de mamá buena, los ojos del primer ser humano, cada uno de sus grandes dones, su capacidad de desarrollarse plenamente en convivencia con los demás seres vivos... todavía recuerda con ternura sus pequeños bracitos hechos para besar dulce los latidos negativos de los demás, sus pequeños labios hechos para besar con ansia, para poner nombres y tender puentes, su pecho, nido capaz de latir a los demás de ternura, de sonrisa, de dulzura, de vida... Nos abraza, nos besa con sus lágrimas, nos coge con sus manos las nuestras, nuestros ojos, y nuestro pecho y nos canta, no con una música distinta a la que estamos escuchando, limpando nuestros miedos, nuestros egoísmos, limpiando nuestros ojos y susurrando cada uno de nuestros nombres y la confianza en nosotros, después se marcha, dejándonos la huella de su música, de sus lágrimas y de la necesidad más aún de comenzar, desde nuestro pequeño entorno, a cogernos las manos por medio de nuestras sonrisas, ternuras, abrazos para un día, cuando el ser humano sea adulto, la madre naturaleza, nuestra madre, bese dulce y con los ojos llenos de estrellas por las acciones de los seres humanos y por nuestra redención en la convivencia con los demás seres vivos,  nuestros ojos, buenas noches