Los magos y la guerra
“¡Bastardos hijos de puta!”
-gime el payaso entre bastidores.
Las prendas –no lo olvides, dulzura-
permanecen abandonadas en lo alto.
Cojamos las bombas
Cuya semilla explota
Cual granada de fuego en el hombre,
Abriendo innumerables rosas rojas
En su cuerpo y en los de sus amados;
Cuya sola mención arranca lágrimas
De los ojos de niño, mis niños;
Cuya senda de destrucción llueve
Y prorrumpe sobre los nidos, nuestros nidos
Y, en un acto de magia,
“¡nada por aquí!¡nada por allá!”:
bombas inteligentes.
Es más, uno –es cierto- no entiende
De estos hechizos,
Pero no puede evitar sorprenderse.
Dejémoslas caer, fortuita o conscientemente,
Cual alegre y chisporroteante verbena de fuego,
Sobre nuestras cabezas. ¡Huy, perdón!
Sobre las otras, ¡naturalmente!,
Y llamemos a sus muertes
-conejera de sangre, temor, sudor, orina y muerte-
daños -¡ooooh!- colaterales.
Ya, mi magia siempre ha tenido
Más que ver con la dulzura y sonrisa del espíritu,
Pero, ¡Dios, Dios mío!... No comprendo
Este milagro que nos convierte de hombres en magos
O en bloques de hielo que no reaccionan
Ante la muerte, tanta muerte,
Prefabricada por estos nuevos hechiceros.
Ríanse, sí, ríanse los Armaggedones y Ragnaroks arcaicos.
¡Aaashp! “¡Nada por aquí!
¡nada por allá!” y de pronto...
la Muerte
Y los occidentales tan tranquilos,
Son muertes inteligentes.
Comentarios
Publicar un comentario
Olasenmovimiento
Sé cordada con las olas que esperan tu abrazo, tu sonrisa, tu ternura, tu escucha, tus besos... Sé, con nosotros, olaenmovimiento