Sad Violin


La vida es un bien tan inmeso, que cuando se va, casi de puntillas, a veces, otras, con grandes muestras de dolor... deja un vacío, deja un dolor, una herida... Es normal, somos hermanos, somos olas en movimiento (¿por que nos cuesta tanto asimilarlo?), somos seres maravillosos que el Creador sembró en la tierra, a quienes entregó entre los  dones más espléndidos, felicidad, amor, alma, sonrisa, ternura... y , también, tristeza, para recordarnos lo necesitados que estamos unos de otros, para recordarnos que nuestro mayor don era compartir, convivir, ser almas unidas... Al escuchar cómo en esta pieza preciosa el piano introduce los acordes que darán paso a la melodía del violín puedo entrever cómo el Creador estuvo tentado de no dar la tristeza al ser vivo, pero en el último momento su amor y la tristeza que le hicieron derramar unas lágrimas al dejar al ser vivo solo, supo que el ser vivo necesitaría la tristeza para despedirse de sus hijos después de dar todo el amor, para dejar el hogar paterno después de mucho tiempo, para despedir a la amada que sabes que no va a volver, para despedir al ser querido en el último momento... en definitiva, para que en el momento de la despedida entregara todo el amor como Él había hecho con el ser vivo y guardara en su corazón, en sus gestos, en su alma y en su vida para siempre cada una de las velas encendidas que había dejado el ser vivo que abandonaba este mundo. El violín traza a continuación cada uno de los latidos, cada una de las velas que todos no lo olvidemos todos trazamos en nuestro cotidiano vivir.

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