Quiero, hoy, encenderte una vez más candil.
Quiero, entre tanto ruido, crisis económicas, crisis de valores y falta de valores,
encenderte.
Quiero encenderte, entre las lágrimas de este payaso.
Quiero encenderte con mi sombrero lleno de estrellas
tejido con mis paseos, los pies desnudos, por la playa sanluqueña
y la piel llenándose de la humedad nocturna y del alma de las estrellas.
Quiero encenderte con estos ojos de niño,
abiertos a la sorpresa, abiertos a la ternura
y abiertos a dar sin límites, abrazar sin límites, amar sin límites...
como tus niños, Dios mío.
Quiero encenderte con esta sonrisa
porque hay muchas lágrimas en los niños y no tan niños
del circo de la vida, porque hay mucha amargura y soledad,
porque nos hemos acostumbrado a ser olas que mueren solas en la orilla.
Quiero encenderte con mis tirantes desencajados
porque las emociones no saben de formas, porque
los abrazos de niño desencajan, como debe ser,
las ropas y encienden, ay, como debiera ser, el alma.
Quiero encenderte con estos pantalones bombachos
llenos de migas que repartir, mi Señor, porque
de hambre está hecho el paro de miles de familias,
porque de hambre está hecha la necesidad del pueblo de Fukushima,
porque de hambre está hecho el material de tanta y tanta persona
que vive en soledad, con miedo, con desesperación y con deseo de morir...
HOY, SEÑOR, QUIERO encenderte con estos zapatos blancos,
porque mis pasos, el alma algo cansada de este payaso,
han alcanzado miles y miles de almas, porque en todos los lugares
el alma de este payaso se abrió generosa y confiada a cada uno
de los niños y niñas que viven en cada uno de los adultos,
porque mis zapatos blancos saben de tu AMOR, DE TU TERNURA
Y DE TU CARIÑO SIN LÍMITES
HOY, SEÑOR, QUIERO
ENCENDERTE
CON MIS MANOS,
QUIERO ENCENDERTE
CON MIS BESOS
QUIERO ENCENDERTE
CON MI SONRISA
Y QUIERO ENCENDERTE
PARA SIEMPRE CON ESTOS
OJOS, OJOS DE NIÑO.

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