Lecciones de geografía



El payaso nunca aprendió geografía.
Mientras arremolinaba su ropa –sus raídos pantalones,
Su sonrisa gastada, su nueva sonrisa-
Para nuevos viajes por tierras de Andalucía
-¡¿cómo no prender en el cielo atardeceres en Sanlúcar
de Barrameda, la noche íntima de las calles de la Lebrija
sevillana o la emoción
inquieta y arrebolada de Jaén!?-
su mirada recibía y sostenía otros nombres,
otras imágenes:
 Afganistán, Estados Unidos, Irak, Israel, Pakistán...
Aún recientes en sus oídos otros nombres, otras imágenes:
Kosovo, Kazadjistán , País Vasco.

Ah, sí, por favor, los Estados Unidos, los primeros.
El payaso no puede evitar reprimir una presión suave en el pecho.
No puede, no quiere encender cada una de las estrellas de la bandera
Que se alimenta de la sangre de múltiples niños afganos,
 de la inocencia de las mujeres portadoras del burka
y de la pobreza de los hombres irakíes.

Sí, el payaso nunca aprendió geografía,
Pero sus manos estaban manchadas de la sangre de los niños,
De hombres y mujeres cuyo imperdonable error fue no haber nacido
En los grandes y unidos
Estados de América, perdón.

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